Como Religiosas Adoratrices, la Semana Santa representa un momento sagrado de reflexión y devoción en nuestras vidas. Durante este tiempo, nos sumergimos en la profunda contemplación del sacrificio de Jesucristo y renovamos nuestro compromiso de seguir sus enseñanzas de amor, compasión y redención. Sin embargo, mientras honramos las tradiciones de nuestra fe durante esta celebración, también reconocemos las «cruces de nuestros días» que enfrentamos en la sociedad actual.
En un mundo a veces marcado por el sufrimiento y la injusticia, vemos las cruces contemporáneas manifestadas en formas diversas. Observamos con pesar la persistente desigualdad social, donde muchos experimentan la pobreza, la explotación y la marginación. Estas cruces modernas nos desafían a responder con compasión y solidaridad, siguiendo el ejemplo de Jesucristo al defender a los más vulnerables y trabajar por la justicia social.
Tampoco podemos ignorar las cruces de la violencia y el conflicto que persisten en nuestra sociedad. Desde la violencia doméstica hasta los conflictos armados, vemos cómo el odio y la división continúan causando daño en la vida de tantas personas. En esta Semana Santa, rezamos por la paz y la reconciliación, buscando caminos hacia la sanación y la armonía en un mundo herido por la injusticia.
En medio de estas cruces de nuestros días, encontramos consuelo y esperanza en la luz de la resurrección. La Semana Santa nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la luz de Cristo brilla como un faro de esperanza y salvación. Confiando en su amor salvador, nos comprometemos a ser instrumentos de paz y reconciliación en un mundo que tanto lo necesita.
Que esta Semana Santa nos inspire a llevar la luz de Cristo a todos los rincones de la tierra, transformando nuestras cruces en signos de vida y esperanza.
Reflexión de nuestra hermana Nieves Rodríguez